Mientras observaba un cerezo


Utagawa Hiroshige. Evening snow at Atsukayama

Una vieja noche de invierno escuché a mi padre decir, mientras la vida dejaba mi cuerpo joven y pequeño:

las flores del cerezo, frágiles y ligeras,
dejan esta noche su frágil esqueleto de ramas
y se confunden con los copos de nieve sobre la tierra
pero volverán el próximo año anunciando la llegada de la primavera
y llenarán de esperanza mi espíritu hoy vacío.

Esa noche, antes de irme aprendí a mirar a los árboles y a leer en ellos el tiempo de los hombres y la promesa eterna de lo nuevo.

Hace poco, tras un día de desasosiego, mi padre volvió a hablarme:

"Si miras a las flores, te darás cuenta de que vienen en el momento justo.
Tienen que juntar sus fuerzas, construirse, cambiar sus hojas y hasta secarse un poco.
Pero el día en que florecen siempre llega, y entregan sus colores a quien esté dispuesto a verlas.
Cada una de ellas llega a su tiempo, y ninguna de ellas se desespera ni piensa: es demasiado pronto, demasiado tarde para mí. Sólo llegan a ser lo que son, cuando es el momento preciso"

Estas fueron sus palabras, y llegaron como agua fresca a mí, llenando mi corazón y devolviéndome la esperanza.

Al poco tiempo, regresaron las flores y la vida a mis ramas. Sé que pueden ser efímeras, pero hoy confio en que la muerte y la tristeza también lo son.

PARA MI PADRE


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