Cosechando frutos tardíos

Estuve fuera de la ciudad unos días, en el lugar que fue mi casa durante 5, casi 6 años: Puebla. La visita fue una mezcla de emociones dulces, mucha nostalgia, tristeza, cierre de ciclos, reencuentros deseados o no y hasta atonement. Sobre todo eso.
Al fin, me gusta el giro que tomó; sigue siendo un lugar divertidísimo, con mucha onda, pero también una especie de agujero dimensional u hoyo negro.Yo he huido muchas veces de este hoyo negro. Paranoiquee, claudiqué y salí corriendo de ahí al menos 3 veces, pateando tierra y decidida a no volver sobre mis pasos. Sin embargo, por un motivo u otro sigo regresando.
Cholula me dio al menos 3 muy buenos años, años gozosos y provechosos en los que hice amigos entrañables, lazos que permanecen y que al menos por mi parte sobreviven intactos o casi a pesar de la distancia, el tiempo, la miseria y los desencuentros. Y ahí me enamoré más veces de las que fui correspondida, pero todos fueron sin duda amores importantes, determinantes en lo que ahora soy.
Tal vez en la letra o en las historias que se cuentan oficialmente no encuentre una version fiel de los hechos en los que me recuerdo, pero, gracias al plan infinito, nadie ni nada puede evitar que coseche los frutos de lo sembrado, y que disfrute una vez más la dulzura de su sabor, aún nublado por el tiempo, la espera, o las lágrimas furtivamente derramadas.
P.D: También por las tuyas.

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